La maldición del bosque de Aokigahara y su relación con los Shinigamis

 Hoy nos vamos a sumergir de lleno en la cultura japonesa. Lamento decirte, que si eres fan del anime, puede que este vídeo no sea para ti, ya que la figura del “Shinigami” ha sido muy mal usada por este estilo de historias. Sin embargo, si te interesa la cultura japonesa te recomiendo que te quedes, ya que hablaremos acerca del “Shinigami” y acerca de la maldición del bosque de “Aokigahara”.


Comencemos hablando acerca de los diferentes demonios y fantasmas que posee la cultura nipona. Existen varios demonios o fantasmas, entre ellos podemos encontrar algunos ejemplos como los “Yurei”, que fueron personas que murieron y que no recibieron un entierro adecuado y vuelven para vengarse. Dentro de este grupo se engloban por ejemplo la “Onryo”, el fantasma vengativo, las “Ubume”, que fueron mujeres que fallecieron durante el parto, o los “Funayurei” que eran los espíritus de las personas que habían muerto en el mar.


Por otro lado tenemos a los “Yokai”. Estos son seres no encarnados, es decir nunca estuvieron vivos, a diferencia de los anteriores, que sí lo estuvieron. Dentro de este grupo se encuentra nuestro tema de hoy, el “Shinigami” 


Japón es un país de contrastes. Un lugar en donde la tecnología está tan arraigada tiene un problema enorme con los fantasmas o espíritus. Me explico, en Japón existen unos tipos de apartamentos llamados “Jiko bukken”. Este estilo de apartamentos tienen unos precios bajísimos, casi parecen un regalo, pero a pesar de esto nadie los compra y nadie los alquila. Estos pisos también cuentan con ayudas para la remodelación, e incluso ayudas para las personas migrantes. Según los datos oficiales, en el año 2013 había 8,2 millones de apartamentos de este estilo en Japón, pero nadie los va a alquilar o comprar. ¿Por qué?


Esto se debe a las estrictas leyes niponas, las cuales obligan al vendedor a avisar durante un plazo de al menos 5 años si en ese edificio ha muerto alguien, y no solo si ha muerto, si si esa persona se suicidó. El suicidio es un tema tabú en Japón. Tanto es así, que las familias organizan una especie de ceremonias especiales para “limpiar” estos apartamentos cuando alguien se suicida. A esto se le añade que el dueño del inmueble puede denunciar a los familiares de la persona, ya que ese apartamento no se va a alquilar durante al menos 5 años.


Al pasar estos 5 años el vendedor sólo está obligado a decirlo si el cliente lo pregunta. Es muy probable que todas estas casas abandonadas no vuelvan a estar ocupadas nunca, ya que existe una página web que recoge las viviendas con estas características. Solo en Tokio existen más de 50.000 viviendas así.


El culpable detrás de todas estas casas vacías no es otro que un “Shinigami”. Las personas no suelen comprar estas casas por miedo a que aparezca un fantasma, ya sea un “Yurei” o un “Shinigami”. Es algo cómico, ya que si usted le pregunta a un japonés acerca de estos fantasmas él o ella se va a reír, pero le puedo asegurar que no va a entrar en esa casa.


En el vídeo de hoy hablaremos de qué ocurriría si se te aparece un “Shinigami”. El “Shinigami” es una especie de demonio. No es el dios de la muerte como así se cree en la mayoría de occidente. El “Shinigami” suele invitar a las personas a que cometan suicidio. No tiene forma, no emite ningún sonido, no emite ningún olor… solo te convence para que te quites la vida. Esta entidad te elimina el sentido de vida y amplifica los efectos de no solo tus errores si no de las personas que te rodean, haciéndolos parecer tuyos.


Los “Shinigamis” suelen ser seres muy vagos por lo que no se suelen alejar mucho del lugar donde ha ocurrido un suicidio y se quedan ahí durante bastante tiempo. Ese es el motivo por el cual estas casas se quedan vacías durante años sin un dueño, es por el miedo que estos seres le generan al ciudadano japonés. El “Shinigami” no se complica la vida, va donde sabe que ha pasado algo y se quedan ahí.


A todo esto hay que añadirle varios estilos de personas que viven en Japón. Los Hikikomori, personas que se han aislado del mundo y no salen de sus casas. Los Kadakusi, personas que murieron en sus hogares y nadie les ha echado en falta ya que no tenían a nadie.


La idea del “Shinigami” ha sido modificada por los libros y películas de anime y se ha juntado con entes como la muerte o la parca. Durante los años 90 esta “figura” se hizo muy popular dentro del mundo de la literatura, de hecho, se llegó a afirmar que lo único que tenías que hacer para espantar a uno de estos seres era comprar una manzana y dejarla en tu casa, algo que es solo un mito. Varias personas que se habían quitado la vida señalaron al “Shinigami” como el culpable, lo que le hizo coger una enorme fama.


Esta fama se ha trasladado a algunas zonas de Japón, como por ejemplo la que nos atañe hoy, Aokigahara. A 100 kilómetros de la capital japonesa se ubica este frondoso bosque, conocido con el sobrenombre del bosque de los suicidios. Este bosque posee multitud de carteles situados a lo largo del recorrido en los cuales se anima a las personas a que busquen ayuda psicológica para que no acaben con sus vidas. Los diferentes guardas del bosque realizan batidas de vez en cuando con micrófonos, buscando a personas que puedan ir a este bosque con esa idea para evitar que se suiciden.


La desgracia en este hermoso bosque se remonta hasta el siglo 16. A causa de las diferentes hambrunas que se producían durante esa época, los japoneses practicaban el “Ubasute” el cual consistía en abandonar a personas que ya no eran productivas, como niños o ancianos, en los bosque con una pequeña cantimplora de agua y un cuchillo, para después de consumir el agua se quitaran la vida. Según las creencias japonesas esta práctica atraería al “Shinigami”, el cual habría permanecido en este bosque.


A pesar de esto el “Shinigami” no existe, y el culpable de todos estos suicidios está bastante claro, la depresión. En un país con unas normas sociales tan estrictas y una búsqueda continua de la perfección no es extraño que la principal causa de muerte sea el suicidio, y que la depresión campe a sus anchas. Quizás debamos dejarnos de historias de demonios y fantasmas, y comencemos a darle la importancia que merece a la salud mental.


Bibliografía:



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