Un sargento diferente

 Volvemos un día más a la sección de historias curiosas. El día de hoy hablaremos de una historia un tanto extraña. Todos sabemos que los seres humanos somos inteligentes y hemos creado un mundo tan avanzado que hemos dejado a otras especies atrás. No obstante, personajes de historias como el oso que bebía leche de una botella de Vodka nos dejan bien claro que no hace falta ser un ser humano para llegar a comprender las entrañas de una guerra. 

Esta historia también va sobre un animal, pero en este caso va sobre el mejor amigo del hombre. Pero hablaremos de un perro en concreto que luchó en la Gran Guerra y además, superó a muchos soldados en rango. Algunos sabréis de quién se trata y otros no, por lo que vamos a comenzar con la historia de Stubby. 

Su historia comienza en 1917 cuando el soldado estadounidense J. Robert Conroy entrenaba para la guerra en los campos de la Universidad de Yale. Allí encontró un cachorro con cola corta del cuál se enamoró nada más verlo, lo adoptó y nombró Stubby. El cachorro era obvio que era un perro callejero, se trataba de un Boston Bull Terrier, que es originario de Norteamérica. 

El Boston Terrier es un perro pequeño y compacto con un hocico corto y achatado, orejas erguidas, nariz amplia y negra, ojos grandes y oscuros, cola corta y extremidades anguladas y fuertes. Es una raza robusta y bien proporcionada. El Boston Terrier es un perro divertido, inteligente y cariñoso, con un temperamento suave y equilibrado. 

Aunque pueden mostrar obstinación, son adorables compañeros que disfrutan de la compañía de los niños y están siempre listos para jugar y hacer travesuras. Su aguda inteligencia puede ser un desafío, ya que tienden a utilizar su encanto para conseguir atención y evitar reprimendas. Sin embargo, sus expresiones corporales graciosas y sorprendentes añaden un encanto especial a su personalidad. 

Tras esta lección sobre que es un Boston Bull Terrier sigamos. 

El soldado Robert se lo llevó a Francia, pero como contrabando pues no se podían llevar animales.

Antes de embarcarse, Stubby ya había adquirido habilidades impresionantes. Era capaz de reconocer los distintos toques de corneta, realizaba algunos ejercicios y hasta saludaba a los soldados levantando su pata derecha sobre su cabeza. Fue precisamente esta destreza y su carácter amigable lo que llamó la atención del oficial al mando cuando lo descubrió a bordo del barco. Con gran benevolencia, el oficial decidió permitir que Stubby se quedara y se convirtiera en la mascota oficial de la unidad. 

El sargento Stubby hizo su debut en combate el 5 de febrero de 1918 en el campo de batalla de Chemin des Dames, en Francia. A pesar de ser un perro callejero, demostró ser extraordinariamente inteligente e intuitivo, adaptándose rápidamente a la vida militar y al estruendo de la artillería pesada. 

A pesar de estar expuesto a los proyectiles alemanes, Stubby demostró una increíble valentía y determinación al no resultar herido. Además, durante ese tiempo, logró encontrar y brindar ayuda a varios soldados heridos en el campo de batalla. Su mera presencia fue suficiente para elevar la moral de la tropa y mantener un espíritu de resistencia en medio de las adversidades.

Si había algo que predominó a finales de la Gran Guerra eran las armas químicas. Stubby demostró una asombrosa capacidad de adaptación, aprendiendo a detectar y alertar a su unidad sobre posibles ataques de gas venenoso y convirtiéndose en un valioso recurso para la seguridad de todos. 

Además, su agudo oído le permitía escuchar el silbido de los proyectiles en el aire antes que los propios soldados, lo que le daba la habilidad de avisar a su unidad cuándo era necesario resguardarse. Pero no solo eso pues Stubby también se movía valientemente en tierra de nadie para localizar a los heridos y brindarles ayuda. Su destreza y vigilancia se convirtieron en un activo invaluable para su unidad en medio de las condiciones desafiantes de la guerra. 

Durante un ataque nocturno con gas, Stubby comenzó a ladrar y correr por las trincheras, alertando a sus compañeros del peligro inminente. Gracias a su agudo sentido del olfato, muchos soldados de la División 102 de la infantería de Estados Unidos lograron protegerse a tiempo utilizando sus máscaras de gas y salvar sus vidas. 

Durante el mes de abril de 1918, mientras participaba en un asalto para capturar Schieprey, Stubby sufrió una herida en una de sus patas delanteras causada por una granada de mano lanzada por los soldados alemanes en retirada. Como resultado, fue enviado a la retaguardia para recibir tratamiento y recuperarse. Sin embargo, incluso en ese entorno, Stubby no dejó de desplegar su increíble habilidad para elevar la moral de aquellos que estaban heridos. Su presencia reconfortante y su espíritu inquebrantable seguían siendo una fuente de inspiración para todos. 

Es increíble lo que puede hacer la mera presencia de un perro durante un combate, ¿verdad? Debemos entender que en esta guerra de trincheras que se produjo por todo el frente occidental lo más novedoso que se podía ver era la cara de un soldado nuevo que había venido para pronto irse y nunca regresar, por lo que un perro podía poner un poco de alegría en las trincheras de la Triple Entente. 

Pero bueno, ¿todo esto hizo que mereciera un ascenso? Porque desde luego no es para menos, pero no. El ascenso se debió a la captura de un espía. Resulta que durante la ofensiva de Meuse-Argonne, Stubby desenmascaró a un espía enemigo al escucharlo hablar en alemán. Sin pensarlo dos veces, Stubby lo atacó y evitó una amenaza para su unidad. 

Su heroica acción llamó la atención del oficial al mando del 102.º Regimiento, quien recomendó su ascenso. Aunque no se sabe con certeza si Stubby fue promovido oficialmente a sargento, su valentía y dedicación en el campo de batalla lo hicieron merecedor de un reconocimiento especial. 

Durante la reconquista del territorio de Château-Thierry por el ejército estadounidense, Stubby se ganó el cariño y la admiración de las mujeres de la ciudad. En agradecimiento, le confeccionaron un abrigo de gamuza que se convirtió en su auténtica bandera. Sobre este abrigo, se exhibían con orgullo tres franjas de servicio, el parche YD de la División Yankee y la medalla francesa de la Batalla de Verdún.

Además, Stubby acumuló múltiples reconocimientos y medallas en su carrera militar. Recibió la Medalla de la Primera Convención Animal de la Legión Americana en Minneapolis, Minnesota, en noviembre de 1919. También portaba la medalla de veteranos de la Primera Guerra Mundial de New Haven, la Gran Medalla de la campaña de St. Mihiel, un Corazón Púrpura y la medalla de la campaña de Château-Thierry. 

Además, durante los enfrentamientos contra los alemanes, Stubby logró confiscar una Cruz de Hierro, la cual lució en la parte trasera de su manta durante muchos años. Stubby era un verdadero héroe de guerra, reconocido tanto por su valentía en combate como por el afecto que generaba en todos aquellos que cruzaban su camino. 

Después de regresar a Estados Unidos, Stubby se convirtió en una verdadera sensación y cautivó los corazones de la nación. Fue aclamado como un héroe y participó en numerosos desfiles por diferentes ciudades, donde la gente se agolpaba para verlo pasar. Estos desfiles culminaron en encuentros memorables con tres presidentes de Estados Unidos: Woodrow Wilson, Calvin Coolidge y Warren G. Harding. 

En 1921, el general John J. Pershing, conocido como Black Jack, quien había alcanzado el prestigioso rango de general de los Ejércitos, otorgó a Stubby la prestigiosa medalla de oro de la Humane Society of the United States (HSUS). 

Stubby falleció pacíficamente mientras dormía en 1926. Su legado, sin embargo, no se desvaneció con su partida. Para preservar su memoria, Stubby fue cuidadosamente disecado y conservado. En 1956, su leal compañero, el soldado Robert Conroy, donó a Stubby al Smithsonian, el prestigioso museo en Washington D.C. 

Allí su historia permanece inmortal. La presencia de Stubby en el museo sirve como un recordatorio duradero de su valentía, lealtad y contribución a la historia. Su legado perdura como un testimonio de la conexión especial entre humanos y animales, y la capacidad de los seres más pequeños para dejar una huella indeleble en el mundo. 

Stubby dejó una huella imborrable incluso después de su muerte. El New York Times le dedicó un obituario destacado, superando en extensión a otros personajes notables de su época. También fue retratado por el reconocido artista Charles Ayer Whipple. 

Su valentía fue honrada en exposiciones y se colocó una placa conmemorativa en su honor en el Liberty Memorial en Kansas City en la que pone “Sargento Stubby un héroe canino de la I Guerra Mundial. Un vagabundo valiente”. Stubby ha sido tema de varios libros y se inspiró en su historia para crear la película de animación "Stubby, un héroe muy especial" estrenada en 2018. Su legado perdura como un símbolo de coraje y valentía. 

Jesús I.G. @ddh_yt

Bibliografía 

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https://soyunperro.com/boston-terrier-temperamento/ 

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● WM_Rev_Admin. (2019, January 18). Perros en la Primera Guerra Mundial: soldados de cuatro patas. XLSemanal. https://www.xlsemanal.com/conocer/historia/20180621/perros-soldado-primera-guerra-mundial.html